Carta I:
Hoy me he despertado a las cuatro de la
mañana, es decir, que he dormido unas cinco horas. Cuando ya estaba vestida y
desayunada, me he ido al Instituto. Como diría mi padre, a esa hora no están
puestas ni las calles. Al llegar al Instituto ya estaban los profesores y algunos
compañeros. La gente ha ido llegando mientras dejábamos las maletas en el
autobús y nos subíamos en él. Cuando ya estábamos todos, nos pusimos en marcha
en dirección al aeropuerto.
Sigo pensando que no hubiera hecho falta
despertarnos tan pronto, porque en el aeropuerto tuvimos que esperar un buen
rato. Cuando todos facturamos las maletas, los profes nos dijeron que teníamos
que esperar para embarcar, así que, nos quedamos literalmente tirados en el
suelo esperando a poder pasar el control y a embarcar. Por fin nos levantamos y
nos dirigimos al control. Cuando lo pasamos, pudimos embarcar.
Fue un vuelo sin complicaciones y en
seguida estuvimos en Milán. En el aeropuerto fuimos a por las maletas. Un compañero
había perdido las ruedas de la maleta, sí las ruedas, así que tenía que
llevarla como quien lleva un baúl. Por ello, un profe tuvo que acompañarle para
poner la queja requerida. Así que, allí estuvimos perdiendo el tiempo en el
aeropuerto de Milán.
Cuando llegó el autobús, nos subimos a él y
nos dirigimos hacia Milán. Entonces los profesores nos dijeron que no íbamos a
poder ir a Verona ya que el plan era visitar Milán, pasar por Verona y llegar a
Venecia. Pero a causa de que el vuelo se retrasó un poco y el problema de la
maleta, no pudimos ir. Así que visitamos Milán.
En Milán vimos la catedral y las galerías.
Después, cada uno se fue a comer donde quiso. Nosotras comimos en un sitio en el
que la gente de fuera veía cómo comíamos, es decir, estábamos como en una barra,
pero delante de nosotras había un cristal y la gente de fuera veía como nos
comíamos la pizza. Es el sitio más peculiar en el que he comido.
Cuando todos terminamos de comer nos
dirigimos al autobús y nos pusimos en marcha dirección Venecia.
Fueron cuatro horas de viajes que parecían
interminables. Para pasar el tiempo cantamos, hicimos el tonto, escuchamos
música, grabamos vídeos, dormimos,...
Al llegar a Venecia cogimos las maletas y
nos dirigimos al hotel. El hotel es bastante malo. No sé dónde le ven las tres
estrellas, la verdad. La cena que nos han dado malísima, la carne más seca que
la suela de un zapato. Las habitaciones prácticamente destrozadas. Tendrías que
ver los baños de las habitaciones de los profes. No tienen plato de ducha, solo
una cortina y la alcachofa de la ducha. Es de risa.
Ya estoy en la cama, en pijama, preparada
para irme a dormir. Mañana me espera un largo día visitando Venecia. ¡Buenas
noches!
Catedral de Milán
INÉS VEGA. 4º B